¨...Sábado noche;
comienza la misa. Se trata de una religión pagana y pecaminosa,
un culto embriagador y hasta ahora misterioso: la exaltación del
placer, la sublimación de la sensualidad. Cada nota, cada acorde,
cada ¡"Crum"! en el tacho del Piojo, cada palabra que
larga la reventada garganta del Indio Solari es vehículo ideal
para atiesar fibras, reventar nucas y -si te animás- sumirte en
una sensación de palo intenso, de orgasmo tardío y acompasado.
Los fieles son cerca de 1200, agotan la cerveza antes del séptimo
tema, se compactan al pie del escenario, no temen al roce de sus cuerpos
y hasta se bancan gozarlo si "Semen Up" obliga al atrás-adelante
en forma natural. El resto no importa; ni Paladium, ni el desbole de la
entrada, ni la espera. Y el calor transformando la platea en el mismo
living del infierno; calor pegajoso en pleno "Oktubre".
Bola de temas nuevos, casi las tres cuartas partes del show, pertenecientes
al nuevo LP de "Los Redondos". Más entradores de movida
que los clásicos (que entraron a fuerza de años), un par
de estribillos que ya nunca más se te van a escapar de la cabeza
y algunos feligreses medio jovatones que fruncieron la nariz al escucharlos,
pero que no pudieron evitar entregarse ante ellos, abrirse de gambas exigiendo
la violación brutal cuando por una u otra cosa sintieron que "Los
Redondos" hurgaban en el núcleo de "sus más secretas
pesadillas".
Ojitos hambrientos de "especialista" se posan en las tablas;
la vieja idea de que el trabajo no es placer baila en la cabeza y necesito
sacudir el deseo para entregar algo de objetividad. ¿Por qué
no se puede apartar la vista de lo que pasa ahí arriba?. No hay
maquillajes, no hay peinados ni vestuario, no hay ballets, no hay figuras
"estéticamente atractivas", no hay escena. Algo no encaja.
Y cuando la sensación vuelve a subir y la sed es cosquilleo que
va del sexo a la garganta las cosas quedan claras: "Los Redonditos"
son la escena, el ballet es Skay desgarbado, los dedos deslizándose
solos, el Indio sacudiéndose en un espasmo rítmico. El maquillaje
es "Patricio Rey" haciendo equilibrio en la punta de un seguidor.
Y todo embolsado en el cajón de lo efímero; el concierto
se termina siempre antes de lo que uno espera. Y como todo lo efímero
es mejor gozarlo en el momento, sin pensar en el inesquivable relax posterior.
Por eso no puedo explicarte cómo sonaron, ni puedo darte la cantidad
de espectadores exacta, ni el color de las luces, ni el neto de las propinas
del guardarropa; porque no me calenté en averiguarlo. No me interesó
cronometrar, encasillar o trabajar. Los datos me resbalan ¿okey?.
"Los Redondos" son los únicos que me llevan a rasgar
la alfombra por su amor, a salir con mis huesitos descalabrados y a pensar
en la redacción de este comentario como otra fuente más
de placer.
Con ellos, sos rico por unas pocas monedas...
Crónica de la época.
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