Crónica de la época;
¨...el viernes, la banda
lució perdida, cercada por problemas técnicos. Pero el sábado,
Solari y campañía brillaron con el fulgor de sus mejores veladas.
El público, siempre en paz.
En el escenario, dos noches, dos imágenes. En la primera, el Indio Solari sale por el foro, disgustado con algún dios digital y con Luzbelito, antes de que termine Vamos las Bandas, el tema que cerraba la primera parte del recital del viernes. En la segunda, el mismo Solari, el sábado a la noche, con una sonrisa que no le entraba en la cara, arengado a Skay Beillison en mitad de un solo enorme guitarrista. Debajo del escenario, dos noches, dos preguntas ¿Con qué palabras se explican más de 50.000 personas en silencio, atónitas ante el cierre de un recital que no terminaban de digerir? ¿Con qué palabras se explicaban más de 50.000 personas saltando, festejando el final de un recital, en todos los sentidos, redondo?.
Porque lo más extraño es que los temas, de algún modo el show -la presentación del último disco de Los Redondos, Ultimo bondi a Finisterre-, fue el mismo una y otra noche. Y no fue que el viernes haya reunido en Racing a todos los ricotero sordos y el sábado a todos los poseedores de oído absoluto. Hubo otros motivos. Ajenos, incluso, a las canciones (en parte) y al show (en todo). Ajenos, seguro, al muy buen video entre futurista y apocalíptico que abrió ambas noches y donde se notó la mano de Rocambole. Ahí, el ultimo bondi es una nave que de tan moderna ya parece obsoleta. Una nave que lleva a la banda y que la deposita sobre un escenario en una tierra de máscaras agrietadas. Epico, con Así hablaba Zaratustra como música de fondo, el video daba para pensar en recitales en la misma sintonía. El sábado video y show se dieron la mano. El viernes, no.
Los hechos que desembocaron en las caras largas (de público y de
músicos) del viernes pueden más suponerse que precisarse.
Y la primera suposición que surge es que los músicos no oían
lo que estaban tocando. De otro modo, no se entiende que se perdieran tanto
dentro de los temas, de otro modo no se puede explicar que Solari entrara
a destiempo en Las increíbles andanzas del Capitán Buscapina
en Cybersiberia. La segunda suposición es que el volumen de la máquina
de sonidos pregrabados estaba demasiado alta o, bien, que la guitarra de
Skay (por poner el ejemplo más evidente) estaba definitivamente baja.
Eso trajo como consecuencia que el público (un público que
suele cantar que esta hinchada se merece roncanrol) se sintiera afuera de
los temas electrónicos y que, a pesar del calor de la noche, el show
derivara en un aplauso frío. El silencio al cierre del show, el entusiasmo
desganado de los bises, la huida de la gente (a pesar de que adentro los
Redondos estaban otra vez en el escenario y tocando nada menos que Un tal
Brigitte Bardot), dejó la sensación de que el sábado
algo debía cambiar...¨ |