Crónica de la época;
¨...Villa
María, Córdoba. Una hora antes de comenzar el show, el Indio
Solari se dirigió anteanoche a las 15.000 personas que ya colmaban
el Anfiteatro Municipal Centenario. "Lo que pasó lo único
que hace es adelantar el final de una banda que tiene muchos años.
Que lastimen algunos de ustedes no vale en ningún recital de rock
and roll".
Cerca de las 21 del sábado, la banda subió al escenario y otra vez la fiesta "ricotera" fue completa. Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, el mito viviente más grande de rock nacional, escribió otro capítulo en su historia.
Un capítulo con diferentes apreciaciones. Triste, si se tiene en cuenta que los incidentes entre una pequeña porción del público y la policía cordobesa dejaron un salde de cerca de 50 heridos y 25 detenidos. Bueno musicalmente, porque si bien no fue el mejor show que hayan hecho los Redondos, las canciones, la potencia y el espíritu siguen intactos. Espectacular, por la gente, el color, y ese apasionado amor incondicional que existe entre la banda y su gente, que hace de los recitales un verdadero rito festivo.
La apertura estuvo a cargo de "El rock para el negro Atila". Y de allá en más, una batería de rocanroles para felicidad de un anfiteatro desbordado.
"Nuestro amo juega al esclavo", "Luzbelito" y "Juguetes perdidos", fueron algunos de los primeros momentos calientes. Luego llegarían "Salando las heridas", "Nene, nena" y "Mi perro dinamita" entre otros. El final fue para "Vamos las bandas" y "Ji ji ji". Locura, excitación, amor, comunión, sentimiento. Palabras exactas, pero que describen poco a la hora de reflejar lo que ocurre en el clímax de un recital de Los Redondos.
En completo orden, los chicos que habían "tomado" Villa María comenzaron a desandar el camino. Cansados, pero felices de haber sido testigos de otro show de los Redondos.
El mito sigue de pie. Sin tocar en Buenos Aires desde hace más
de tres años y movilizando a su fiel público por el interior
del país. Historias que se recordarán y se agigantarán
con el paso del tiempo, para intentar explicar el fenómeno Redondos.
Algo tan inexplicable como la remera de uno de los jóvenes que
llegó a Villa María, con la inscripción "Si
Evita viviera, sería ricotera..."
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