2001 - Estadio Chatteau Carreras. Paraje Chatteau Carreras. Córdoba. Argentina.

 

Sábado 4 de agosto

  1. Intro/ Unos pocos peligros sensatos
  2. El pibe de los astilleros
  3. Morta punto com
  4. Las increíbles andanzas...
  5. Pool, averna y papusa
  6. Templo de momo
  7. Pensando como una acelga
  8. Rato molhado
  9. Vamos las bandas
  10. Nadie es perfecto
  11. Mi perro dinamita
  12. La murga de los renegados
  13. Sheriff
  14. Murga purga
  15. Dr. Saturno
  16. La murga de la virgencita
  17. Queso ruso
  18. Ñamfrifrufi fali frú
  19. Rock para los dientes
  20. Juguetes perdidos
  21. Un sentimiento
  22. Preso en mi ciudad
  23. Noticias de ayer
  24. Desde el alma
  25. Jijiji
  26. Un ángel para tu soledad
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Calidad técnica: Consola

Córdoba 2001

¨...los Redondos no produjeron su espectáculo en Córdoba en condiciones normales. Primero, porque Poli desafiaba el negocio del rock corporativo buscando modos alternativos de montaje, a tono con una política de autogestión que el grupo practicaba desde sus comienzos de “vida comunitaria”. Es decir, si en Córdoba ya había una empresa que tomaba todo con respecto a producción de conciertos, Poli se empeñaba en asociarse con “otra gente”. Y así lo hizo. Armó una estructura faraónica en el olímpico junto con un empresario santafesino, Arturo Iturraspe, y no con los locales José Palazzo y Héctor Emaides.
Por otra parte, Poli tenía que convencer a las fuerzas vivas de cada ciudad de que todo saldría bien con el Woodstock itinerante que impulsaban Los Redondos en cada concierto. Es que las multitudes viajaban con “la mecha seca”, desbordadas de pasión y embanderadas en un discurso antisistema que, a la primera de cambio, enfocaba como enemigo a la policía.
Lo cierto es que Poli tuvo que negociar con un intendente de centro derecha como Germán Kammerath, garantizarse el respaldo de la Policía, el de Bomberos. Convenció a todos de que su grupo no estaba prohibido por Aníbal Ibarra (por entonces jefe de gobierno porteño) ni por Mestre (ministro del Interior), y que en los últimos tiempos sólo había tocado en Montevideo porque el disco a respaldar,Momo sampler, estaba inspirado en el ritual de las murgas uruguayas.
El show en sí mismo comenzó apenas agotado el atardecer de un día agitadísimo. Y se lo recuerda como alucinante, con una puesta fastuosa. La lista de temas atendió la demanda popular en cuanto himnos como así también al capricho propio de transitar un disco sombrío, que radicalizaba la impronta electrónica mostrada en el precedente Último bondi a Finisterre.
También concurren a la memoria las palabras del Indio, que revelan un humor variable: “Quisiera agradecer al doctor Guillermo, quien, Decadrón mediante, permitió que estuviera aquí” al comienzo del show; o “¿Qué te creés boludo? No somos Los Violadores. Vení al camarín a tirarme cosas”.
Claro que nadie imaginaba que ese era el final del viaje, la última parada de un bólido que empezaba a manifestarse decidido contra la expectativa popular y entraba en perpetua fase experimental. Visto desde hoy, con la distancia infranqueable entre los líderes, el Chateau de Los Redondos se percibe efectivamente como una retirada. Y no precisamente con la resonancia festiva que esta tiene en la murga uruguaya.
¿Qué dijeron en la previa?
Indio Solari. “Cuando el Estado es reemplazado por los mercados, no podés hacer una revolución y bajar a degollar a la Casa Blanca o a la Casa Rosada”.
Skay. “Somos referencia; los pibes no aceptarían una expresión como la nuestra en boca de otro. Es como con Lennon. Al hablar de amor, él era insustituible”.
Poli. “La gente que invierte su plata en pasaje, estadía y entrada está predispuesta a vivir el show, no hace lío. Los problemas surgen con los oportunistas”.
“Todo terminó muy mal”
Semilla Bucciarelli dinamita toda ilusión de vuelta “ricotera”.
En escena se sumaban al viaje de Los Redondos Semilla Bucciarelli (bajo), Walter Sidotti (batería), Sergio Dawi (saxofón) y Hernán Aranberri (batería, samplers). Y a ellos hay que añadirle el respaldo simbólico de Ricardo Cohen (Rocambole).
Hoy por Córdoba deambula Semilla, desarrollando una trayectoria silenciosa como artista plástico. VOS se contactó con él para que reconstruya el mítico concierto de agosto de 2001. La respuesta no abunda en detalles: “Si no me lo recordás vos, se me pasa por alto. Me acuerdo de que fue un buen show, que estuvo tranquilo”.
Semilla revela que los músicos nunca tuvieron idea de que hubo una fase de negociaciones previas y describe su parábola existencial con el grupo como “una buena experiencia artística y punto”. Cuando se le piden razones, contesta: “Todo terminó muy mal. Intento rescatar algo de los 20 años en los que toqué con ellos, pero se hace difícil dado el modo de la ruptura. Me quedo con el cariño de la gente”. Y con respecto a la vuelta cierra: “Imposible. Ellos (por Indio, Skay y Poli) están bastante mal. Nosotros (por el resto de los músicos) y el público merecíamos otra cosa, pero, bueno, hay gente muy egoísta...¨