2001 - Estadio Centenario. Avenida Dr. Américo Ricaldoni 11400. Montevideo. Uruguay.

 

Domingo 22 de abril

  1. El pibe de los astilleros
  2. Un ángel para tu soledad
  3. Morta punto com
  4. Estás frito angelito
  5. Templo de momo
  6. Una piba con la remera de Greenpeace
  7. Pensando como una acelga
  8. Pool, averna y papusa
  9. Rato molhado
  10. Vamos las bandas
  11. Mi perro dinamita
  12. Ñamfrifrufi fali frú
  13. La murga de los renegados
  14. Sheriff
  15. Murga purga
  16. Dr. Saturno
  17. Murga de la virgencita
  18. Queso ruso
  19. Preso en mi ciudad
  20. Tarea fina
  21. Juguetes perdidos
  22. Nuestro amo juega al esclavo
  23. Nueva Roma
  24. Jijiji
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Lunes 23 de abril

  1. Queso ruso
  2. Un ángel para tu soledad
  3. Morta punto com
  4. Las increíbles andanzas...
  5. Una piba con la remera de Greenpeace
  6. Pool, averna y papusa
  7. El templo de momo
  8. Pensando como una acelga
  9. Rato molhado
  10. Vamos las bandas
  11. Mi perro dinamita
  12. Ñamfrifrufi fali frú
  13. La murga de los renegados
  14. Sheriff
  15. Dr. Saturno
  16. Murga purga
  17. Murga de la virgencita
  18. Juguetes perdidos
  19. El pibe de los astilleros
  20. Nueva Roma
  21. Tarea fina
  22. Nuestro amo juega al esclavo
  23. Jijiji
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Calidad técnica: Domingo 22: consola/ Lunes 23: aire

Uruguay 2001

Uruguay 2001



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...el 22 de abril de 2001, el Centenario se olvidó del fútbol para recibir a Patricio Rey y sus redonditos de ricota, Los redondos. Lo que algunos sospechaban pero no querían asumir y lo que otros ignorábamos, era que aquel toque era el anteúltimo que daría la banda liderada por el Indio Solari (voces) y Skay Beilinson (guitarra). Meses después, Beilinson y la Negra Poly (manager) anunciarían que  ”al menos por un tiempo” Patricio Rey permanecería en silencio.
Unos 7.000 fanáticos cruzaron desde Argentina para acompañar la presentación de Momo Sampler, el último viraje musical de la banda, resultado de la combinación de ritmos de murga, rock y sintetizadores.
La espera hasta las 8 de la noche se hizo larga e incómoda -entre empujones, hedores a alcohol y marihuana-, pero también alegre bajo los cánticos de fugaz nacionalismo que proclamaban uruguayos y argentinos, para luego terminar todos coreando el nombre del Indio. La previa transcurrió en paz y al final de la tarde, la mayoría pudo entrar al estadio.
El escenario de cara a la tribuna Olímpica estuvo desierto por varios minutos hasta que la Tribu Mandril tocó como telonero. Tras el toque, los seguidores más enérgicos se sometían voluntariamente a un pogo sin más música que los cánticos que venían de la tribuna anticipando la irrupción de Solari y compañía. La tenue luz principal se veía opacada por las bengalas multicolores.
Así fue hasta que las cuatro torres del Estadio se encendieron con más fuerza -describiendo una “I”- y con ellas, el público comenzó a vitorear a Solari.
Finalmente, una combi blanca trajo a los músicos hasta el escenario. El inicio del show fue con una de sus canciones mayores: El pibe de los astilleros.
Durante dos horas y media, la noche regaló clásicos, coreados verso a verso, y reveló cierta apatía (lógica) ante los temas del reciente Momosampler.
El Indio Solari recorrió el escenario, bailoteando a lo Morrison durante las canciones, saludó al público del “paisito” y recordó a Walter Bulacio, el ricotero muerto hace una década, al tocar la maravillosa Juguetes Perdidos.
La liturgia ricotera se cerró como imaginaba y no defraudó: Jijiji resonó en el Centenario para levantar al público una vez más, en un pogo entusiasta, unido bajo el signo de la mítica banda argentina. Fue el fin de la fiesta ese domingo, sin bis que prolongara la despedida y con un “hasta mañana” del Indio, prometiendo regresar para un segundo show...¨




Carlos "El Indio" Solari, la voz de los Redondos, vestía pantalón negro y campera de cuero con capucha. Al terminar el segundo tema —"Un ángel para tu soledad", del disco "Lobo suelto, cordero atado"—, Solari dijo: "Sería bueno que hoy no seamos ni visitantes ni locales, que seamos todos Redondos. Este es un pueblo muy hospitalario, lo conozco bien. Tiremos todos para el mismo lado".

Enfrente, "El Indio" tenía una nueva postal de la pasión ricotera. Acaso una sola bandera daba cuenta del fervor de una hinchada que no fue doblegada por el frío (a la mañana llegó a hacer 8 grados). "El pogo más grande del mundo", rezaba la bandera, que repetía la última frase dicha por "El Indio" en el último recital, realizado en el estadio de River en abril del año pasado. Ahora esa frase pasó a estar incorporada a la escenografía popular de los recitales de la banda con más poder de convocatoria de la Argentina.

Los integrantes de la banda —El Indio, la manager Poli y el guitarrista Skay, los más conocidos— fueron arribando entre el miércoles y el jueves. Se alojaron en una casa en la zona de Carrasco.

Los fans llegaron más sobre la hora. Hasta el viernes, Montevideo mantenía la misma calma que siempre la hace atractiva. Recién el sábado por la noche la avenida 18 de Julio empezó a dar signos precisos de lo que los medios uruguayos definieron como "el aluvión ricotero". Hacia la tarde del sábado unos 16 micros cubrieron el trayecto entre Colonia y Montevideo con unos 2.500 fans. Anoche, a la hora del show —con entradas agotadas—, se calculaba que había unos 6.000 argentinos.

Pero este aluvión no tuvo, finalmente, nada de violento. Sólo hubo algunos desórdenes menores e intentos de ingresar sin entrada. La policía local detuvo a 52 argentinos por tenencia de droga, armas cortantes o alcohol en las inmediaciones del estadio. Los detenidos deberán declarar hoy ante el juez.

La visita argentina no se sintió en la industria hotelera local. Aun quienes llegaron en avión —los menos, claro— enfilaban directamente hacia las inmediaciones del parque Batlle, frente al Centenario.

Ayer, ese parque amaneció con el césped cubierto de carpas e iglúes, todo enmarcado por los "trapos" (banderas) alusivos al grupo. Uno de los que acamparon fue Walter (27), quien cruzó en lancha hasta Carmelo y, de allí, en micro a Montevideo. Como todos, lo hizo para estar cerca del estadio cuando abrieran la puerta, y así conseguir buena ubicación.

Pero luego la policía fue pidiendo, de buen modo y grupo a grupo, que levantaran las carpas, lo que se hizo sin incidentes. Se puede decir que la relación entre la policía y los fans se desarrolló normalmente. Aunque el operativo de seguridad se fue incrementando conforme pasaban las horas. Para ayer el ministro del Interior Guillermo Stirling dispuso la presencia de600 efectivos policiales —incluyendo Grupos de Apoyo, Guardia de Coraceros y Brigada Nacional Antidrogas—, a los que se sumaron otros 200 de seguridad privada dentro del estadio.

A la hora del ingreso, en el Centenario se notaba la tensión de los policías locales por el recital de rock. Los que ingresaban tuvieron que acceder a un triple cacheo de armas. También fue cordial la relación entre los fans argentinos y uruguayos. Unos y otros compartían un ritual futbolero. En la cancha se cantó "Aquí están, los ricoteros de Argentina y Uruguay".

Así se llegó a la hora del show en un ambiente de relativa tranquilidad. A las 19.15 ya había tocado La Tribu Mandril, un quinteto de percusión alternativa: golpean instrumentos como cepillos de dientes y botellas descartables. Después vino el excelente show de los Redondos, con temas de todas las épocas ("Como una acelga", "Mi perro dinamita", "Vamos las bandas"). Hoy repiten, con los candomberos de Zevelé como grupo soporte. Se espera otra fiesta